116º Jantar de Amizade UNICEPE


116º Jantar de Amizade UNICEPE

2011-09-28, quarta-feira, 19h45:

com Eva Velázquez e María José Carmona (ver C.V.) - DOS POETAS EN LA ENCRUCIJADA: Luis Rosales y Miguel Hernández frente a frente

Blog: http://evavelazquez.blogspot.com
web: www.ugr.es/local/evavelva

Ementa: Água, sopa de nabiças, lombinhos de pescada em massa folhada, vinho maduro tinto Dão Quinta de Cabriz, pão-de-ló de Ovar, café, vinho do Porto Poças. Preço: 15,00 €
Inscrições para unicepe@net.novis.pt ou 22 205 66 60
(Após o jantar, cerca das 21h30, entrada livre)


DOS POETAS EN LA ENCRUCIJADA

Las dos Españas de la posguerra

Luis Rosales y Miguel Hernández, frente a frente



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Con motivo del centenario del nacimiento de dos grandes poetas hemos querido hacer un homenaje en el que tuviesen cabida las dos Españas enfrentadas en el momento de la posguerra española: una, la teñida de rojo, la revolucionaria, la España del hambre y la penuria, retratada en los textos de Miguel Hernández, y otra, la tintada de azul, la conservadora, la España de las tradiciones, el conservadurismo y la religión, con los escritos de Luis Rosales.

En este acto, presenciarán una conversación entre ambos autores, utilizando únicamente sus propios textos, en la que hablan de sus sentimientos, de sus infancias, de sus miedos, de la guerra que marcó sus vidas, de la amistad que les vio crecer y del amor.

Con ello sólo tenemos un objetivo, y es el de traer hasta ustedes nuestra intención de demostrar que la esencia del ser humano, cuando hablamos de “hombres de bien" como eran los autores que nos ocupan hoy, lejos de tintes políticos, siempre es la misma: personas que evolucionan a través de su vida, enarbolando la lealtad, el honor, la amistad, la camaradería, los sueños, la esperanza y el amor en sus filas; un amor que gira en torno a su familia, a sus amigos, a sus compañeros o camaradas, a la vida misma.

«No creo poder decir que yo sea una persona cuyo rasgo sobresaliente sea la serenidad, pero supongo, que si alguna vez consigo disponer de esa no ofensiva riqueza, el camino que me lleve hasta ella no será el del afán de mostrarme objetivo, infalible, o como quiera que se llame vocación tan extraña, sino el camino de mi corazón», nos dice Luis Rosales.


Esperamos disfruten los textos tanto como nosotros los hemos disfrutado al preparar este acto.

Muchas gracias.

Eva Velázquez Valverde

Escritora (Granada – España)

Resumen de dos vidas
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1910 nos trae dos grandes poetas enclavados en la archiconocida Generación del 36.

Ellos son: Miguel Hernández, alicantino, nacido en Orihuela un 30 de octubre, y el granadino Luis Rosales, que vio la luz un 30 de mayo del mismo año (poeta agradecido y gran admirador de sus antecesores del “27"). Dos poetas coetáneos, pertenecientes a una misma generación (aunque Hernández mantuvo una proximidad mayor con la generación que le precedió) y, sin embargo, paradigmas ambos de las dos Españas enfrentadas de su tiempo.

Miguel Hernández, republicano, representa a la izquierda de la época, nacido en una modesta familia, pastor de cabras desde muy temprana edad, abandona sus estudios por orden paterna en 1925 para dedicarse en exclusiva al pastoreo, aunque poco tiempo después cursa estudios de derecho y literatura. Mientras cuida el rebaño, Miguel lee con avidez y escribe sus primeros poemas.

El canónigo Luis Almarcha Hernández inicia una amistad con Miguel y pone a disposición del joven poeta libros de San Juan de la Cruz, Gabriel Miró, Paul Verlaine y Virgilio entre otros. Sus visitas a la Biblioteca Pública son cada vez más frecuentes y empieza a formar un improvisado grupo literario junto a otros jóvenes de Orihuela en torno a la tahona de su amigo Carlos Fenoll. Los principales participantes en aquellas reuniones son, además de Miguel y el propio Carlos Fenoll, su hermano Efrén Fenoll, Manuel Molina, y José Marín Gutiérrez, futuro abogado y ensayista que posteriormente adoptaría el seudónimo de «Ramón Sijé» y a quien Hernández dedicará su célebre Elegía. A partir de este momento, los libros serán su principal fuente de educación, convirtiéndose en una persona totalmente autodidacta.

Su afición a la lectura, su gusto por los clásicos y la poesía transformaron su contacto con la naturaleza en una fuente inagotable de inspiración, que alimentó sus versos.

La evolución de su obra se divide en cuatro etapas: tras sus primeras composiciones gongorianas y puristas (Perito en lunas), avanza hacia la poesía impura de Neruda y los poetas del 27, para dar expresión al amor y a la crisis vital que lo acompaña (El rayo que no cesa). A comienzos de la guerra civil, su esperanza en la lucha desplaza su poesía hacia el lenguaje llano de la canción popular y la lírica tradicional (Viento del pueblo y El hombre acecha). Pero sus anhelos fracasan y el cansancio asoma en versos que alcanzan su expresión más madura e íntima, espantado por el espectáculo bélico, herido por la muerte de su hijo y la forzada lejanía de la amada (Cancionero y romancero de ausencias).

Al estallar la Guerra Civil, Miguel Hernández se alista en el bando republicano. Hernández figura en el 5º Regimiento y pasa a otras unidades en los frentes de la batalla de Teruel, Andalucía y Extremadura. En plena guerra, logra escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tiene que marchar al frente de Jaén. En el verano de 1937 asistió al II Congreso Internacional de Escritores Antifascistas celebrado en Madrid y Valencia, y más tarde viajó a la Unión Soviética en representación del gobierno de la República, de donde regresó en octubre para escribir el drama Pastor de la muerte y numerosos poemas recogidos más tarde en su obra El

hombre acecha. En diciembre de 1937 nace su primer hijo, Manuel Ramón, que muere a los pocos meses y a quien está dedicado el poema Hijo de la luz y de la sombra y otros recogidos en el Cancionero y romancero de ausencias, y en enero de 1939 nace el segundo, Manuel Miguel, a quien dedicó las famosas Nanas de la cebolla. Escribe un nuevo libro: Viento del pueblo. Destinado a la 6ª división, pasa a Madrid.

En abril, el general Francisco Franco declaró concluida la guerra y su amigo. Su amigo Cossío se ofreció a acoger al poeta en Tudanca, pero a pesar de que su primera intención fue marchar a Orihuela, al darse cuenta de que en ese lugar corría mucho riesgo, decidió irse a Sevilla pasando por Córdoba, con la intención de cruzar la frontera de Portugal por Huelva. Desgraciadamente, la policía de Salazar lo interceptó y lo entregó a la Guardia Civil.

Ya en prisión, recibe una carta de su mujer Josefina Manresa en la que le dice que sólo tenía pan y cebolla para comer. El poeta marcado por la tristeza de aquel hecho, compone las "Nanas de la cebolla". Desde la cárcel de Sevilla lo trasladaron al penal de la calle Torrijos en Madrid (hoy calle del Conde de Peñalver), de donde, gracias a las gestiones que realizó Pablo Neruda ante un cardenal, lo ponen en libertad inesperadamente sin ser procesado, y en septiembre de 1939, regresa a su ciudad natal.

Vuelto a Orihuela, fue delatado y detenido de nuevo, ingresando en la prisión de la plaza del Conde de Toreno en Madrid, en donde fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940.

Cossío y otros intelectuales amigos, entre ellos Luis Almarcha Hernández,] amigo de la juventud y vicario general de la Diócesis de Orihuela (posteriormente obispo de León en 1944), intercedieron por él, conmutándosele la pena de muerte por la de treinta años.

Así fue como pasó a la prisión de Palencia en septiembre de 1940 y en noviembre al Penal de Ocaña (Toledo).

En 1941, fue trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, donde compartió celda con Buero Vallejo. Allí enfermó de bronquitis y más tarde de tifus, complicándosele la enfermedad hasta desembocar en una tuberculosis que le llevó a la muerte.

Miguel Hernández falleció en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo 31 años de edad.

En febrero de 2011, la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo de España denegó la posibilidad de un recurso extraordinario de revisión de la condena solicitado por la familia, al considerar que la misma fue impuesta por motivos ideológicos o políticos y que ya quedó anulada con la Ley de Memoria Histórica que declaró este tipo de condenas como radicalmente injustas e ilegítimas.[]

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Luis Rosales, miembro de la Falange Española, representa a la derecha de la época, nacido en una familia acomodada y muy conservadora, tiene desde su nacimiento una vida ordenada, pero no por ello feliz, como veremos más tarde a través de sus propios textos.

Rosales cursa sus estudios de Filosofía y Derecho en la Universidad de Granada, para doctorarse más tarde en Madrid en la rama de Filología. Comienza su actividad literaria en la Revista Gallo y entabla amistad con Enrique Gómez Arboleya, Manuel López Banús, Joaquín Amigo y Federico García Lorca. En Madrid conoce a Pedro Salinas y Jorge Guillén, los cuales lo introducen en la publicación literaria «Los Cuatro Vientos», considerada como la última revista colectiva del grupo de poetas de la Generación del 27.[ Es en el segundo número de dicha revista, en abril de 1933, donde colabora con los grandes intelectuales de la época como: Miguel de Unamuno, Benjamín Jarnés, Manuel Altolaguirre, María Zambrano, Luis Felipe Vivanco, Leopoldo Vivanco, Claudio de la Torre, Vicente Aleixandre, Antonio Marichalar, Jaime Torres Bodet y Rainer María Rilke. Continuó su actividad literaria en la revista «Cruz y Raya», dirigida por Pablo Neruda y José Bergamín. En la capital de España conoció a los Panero (Juan y Leopoldo) y a Luis Felipe Vivanco, compañeros de la que se conocerá después como Generación de 1936 (o de la Guerra), de la que también forma parte Dionisio Ridruejo, y cuyos ejes comunes, además de su afinidad y camaradería, fueron su catolicismo intimista y su conservadurismo en lo social.

En agosto de 1936, recién iniciada la guerra civil española, Ramón Ruiz Alonso que era miembro de la CEDA arresta a Federico García Lorca que estaba refugiado en la casa familiar de los Rosales, creyendo estar a salvo de represalias por ser ésta una familia de destacados miembros falangistas. Para desgracia de Luis Rosales y a pesar de la amistad que le unía a Lorca y de su posición dentro de la derecha del momento, éste no pudo evitar el arresto y posterior ejecución de Federico.

En ese mismo fatídico año, muere también asesinado en el bando republicano, el catedrático de filosofía, miembro de los intelectuales creadores de la revista «Gallo» y muy amigo de ambos, Joaquín Amigo , el cual fue arrojado por el Tajo de Ronda .[4] Esas dos muertes marcan la vida, tanto personal como literaria, de Luis Rosales.

En agosto de 1936 , recién iniciada la guerra civil española, Ramón Ruiz Alonso que era miembro de la CEDA arresta a Federico García Lorca que estaba refugiado en la casa familiar de los Rosales, creyendo estar a salvo de represalias, ya que en esta familia había destacados miembros falangistas.

Luis Rosales, a pesar de la gran amistad que tenía con Lorca, no pudo evitar su arresto y posterior ejecución, ya que, como él mismo contaba, se encontraba ese día en la playa, fuera de la ciudad y desconocía la suerte que esperaba a su querido amigo. Sin embargo, todos los dedos apuntaron a él como supuesto “chivato" de Federico García Lorca , acción que supuso el fusilamiento del poeta.

En ese mismo fatídico año, muere también asesinado en el bando republicano, el catedrático de filosofía, Joaquín Amigo, miembro de los intelectuales creadores de la revista «Gallo» y muy amigo de Rosales y Lorca, el cual fue arrojado por el Tajo de Ronda (Ronda-Málaga).

Estas dos muertes, la de Lorca y Amigo, marcan para siempre no sólo la vida personal de Luis Rosales, sino también la literaria de Luis Rosales.

«Aunque Rosales no carece, ni ha carecido nunca, de seres que defendieran su poesía y su magisterio vital, lo cierto es que a la par ha padecido durante muchos años una de las más inicuas afrentas que haya parido aquella vergonzosa bestia que fue nuestra guerra civil. Y aunque sólo fuese por esto, Rosales bien merece una vasta reparación», comenta Félix Grande, en La poesía de Rosales: Más junta que una lágrima. Y continúa diciendo: «… cuando recuerdo la cara de Rosales hablando con precisión y con encendimiento inolvidables sobre quien fuera su gran amigo y maestro Federico; cuando reviso los recuerdos escritos de la época en que ambos granadinos eran jóvenes y no podían saber que el horror de la guerra perseguiría al uno con la muerte, con la calumnia al otro; cuando trato de imaginar, casi asustado, el sufrimiento que Rosales ha tenido que padecer a causa del cadáver de su amigo y a causa de los paralelos susurros de insectos o resonancias de infelices que no sufren con la mentira… pienso de pronto que ese horror, ese estupor, han sin duda contribuido, con el riego de los años y con esa paciencia del que sabe que la mejor defensa es la memoria de la verdad y la verdad de la memoria… A Rosales lo ha llevado a vivir como nos dice un verso suyo: “Con desesperación tranquila y confiada"».

En el año 1937 publica en el diario «Patria» de Granada, el poema «la Voz de los Muertos», probablemente uno de los poemas más importantes escritos durante la guerra civil, en el que Rosales escribe una elegía a todas las víctimas de ambos bandos, en el que quedan fuera cualquier expresión de triunfalismo o exaltación.

Ideológicamente fue evolucionando desde las ideas autoritarias de su juventud hacia posiciones democráticas en su madurez.


En 1962 ingresó en la Hispanic Society of America y en la Real Academia Española, aunque no leyó su discurso de ingreso titulado: «Pasión y Muerte del Conde de Villamediana», hasta 1964. Fue consejero de don Juan de Borbón y apostó activamente, alentando a las izquierdas y derechas por unirse y apostar por la restauración de la monarquía en España, primero por don Juan de Borbón y posteriormente por don Juan Carlos de Borbón.

En 1982 recibió el Premio Cervantes, el galardón literario más importante de cuantos se conceden a la obra en lengua castellana. En 1970 es nombrado asesor del director del Instituto de Cultura Hispánica y en 1973 Director del Departamento de Actividades Culturales de dicho Instituto.

Entre los años 1986 y 1992 colaboró de manera periódica con el diario ABC, bien escribiendo en una columna o publicando en el suplemento semanal que ese diario tenía por entonces, llamado «Blanco y Negro».

La temática de los escritos en dicho medio son principalmente: La música, la pintura y, como no podía ser de otra manera, la literatura. Entre sus aportaciones figuraron: «La originalidad de la segunda parte del Quijote», «Un modelo de teatro», «Historia de un soneto» (escrito este en diferentes partes), «El libro de los gorriones», «Rafael Alberti o la libertad poética», «La temporalidad de Antonio Machado», «La hora del cubismo», «La contemplación creadora» (sobre Picasso) y «La herida del cante jondo», entre otros muchos.

En 1988 el 28 de octubre, en el Salón de los Espejos del Ayuntamiento de Málaga, pronuncia la conferencia que llevaba por título «Y de pronto, Picasso».

La obra de Luis Rosales, que abarca todo el periodo histórico de la posguerra, fue evolucionando desde un clasicismo a un estilo propio cercano al vanguardismo surrealista.

Se suelen distinguir dos periodos en su obra: una más preocupada por cuestiones estéticas, cercana al clasicismo garcilasista, y otra posterior de experimentación vanguardista; Ambas se funden en su obra maestra, La casa encendida, donde la estética no supone para él una preocupación, sino el ejercicio de técnicas que ya domina. Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que La casa encendida, es una de las grandes obras precursoras de la prosa poética encuadrada en la literatura española.

Obtuvo importantes premios a lo largo de su vida, entre los que podemos destacar:

  • Premio Nacional de Poesía (1951)
  • Premio Mariano de Cavia (1962)
  • Premio de la Crítica (1970)
  • Premio Miguel de Unamuno (1972)
  • Premio Nacional de Ensayo, (1973)
  • Premio José Lacalle, (1975)
  • Premio Ciudad de Melilla de Poesía (1981)
  • Premio Cátedra de Poesía Fray Luis de León-Ciudad de Salamanca (1982)
  • Premio Cervantes (1982)
  • Medalla de honor de la Fundación Rodríguez Acosta (1986)

    Luis Rosales, falleció de un paro respiratorio tras sufrir un embolismo cerebral el día 24 de octubre de 1992.

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    Bibliografía:

    http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Rosales

    http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_Hernández

    Obras Completas de Luis Rosales. Poesía. Editorial Trotta. Madrid, 1996

    Antología de Miguel Hernández. Editorial Espasa Calpe.



    UNICEPE (Oporto)
    116º Jantar de Amizade
    28 de septiembre de 2011



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